En general, se habla de turismo de guerra cuando las visitas a zonas de guerra se realizan por entretenimiento personal o para llamar la atención de los medios sociales.
También se habla de turismo de guerra cuando el viaje a una zona de guerra no se realiza por motivos informativos o políticos, sino que es de carácter privado. En ese caso, la atención no se centra en el país visitado, sus representantes y su gente, sino en el propio visitante.
Motivos del turismo de guerra
Una variante del turismo de guerra son las vacaciones en un país devastado. La gente busca emociones especiales en vacaciones y se expone deliberadamente al peligro. Muchos son prácticamente adictos a las sensaciones. No les basta con ver sucesos peligrosos por televisión, quieren estar allí y experimentar de primera mano lo que significa el peligro real. Las agencias de viajes ganan mucho dinero con ofertas de viajes a Afganistán, Irak, Siria o Pakistán.
En Sarajevo hay incluso un albergue donde los huéspedes pasan la noche en un antiguo búnker. La categoría de „turismo oscuro“ incluye también viajes a zonas donde se han producido catástrofes naturales. También en este caso, el deseo de sensaciones es el principal motivo. Aunque las guerras ya hayan terminado, los visitantes de estos países siguen expuestos a grandes riesgos, sobre todo por la amenaza del terrorismo.
Turismo de guerra de los políticos
En tiempos de guerra, los políticos suelen desplazarse a las zonas en conflicto para ver por sí mismos lo que ocurre sobre el terreno. Por ejemplo, visitan hospitales infantiles, ven refugios para refugiados y hablan con organizaciones de ayuda. De camino a los distintos lugares, les gusta hacerse fotos y difundirlas en las redes sociales. Pero los motivos de estas personas no siempre son tan morales como los pintan al mundo exterior. Les preocupa más su propia publicidad que la ayuda tangible al país destruido.
A los políticos alemanes y europeos les gusta viajar a zonas de desastre y guerra para declarar su solidaridad con el país afectado. Pero si estos viajes tienen lugar sólo porque se quiere pulir la propia imagen en el país de origen, se trata de turismo de guerra en su forma más negativa. A partir de 2022, las celebridades políticas occidentales muestran un pronunciado entusiasmo por realizar atrevidos viajes a Ucrania, incluso a zonas bajo fuego. Se ponen en el punto de mira de los medios de comunicación, hablan con los residentes de las ciudades bombardeadas y con los políticos locales.
También aparecen imágenes benévolas en los medios de comunicación. A menudo sus visitas van ligadas a promesas de entregas de armas, que no siempre van seguidas de hechos. Sería más importante que, en lugar de abrazos y apretones de manos, llevaran apoyo real.
Turismo de guerra de famosos, apoyado por ONG
Muchos visitantes de zonas de guerra viajan con un mandato internacional, por ejemplo la actriz Angelina Jolie en su papel de enviada especial de la ONU. Ha visitado muchos países pobres, como Sudán, Líbano, Yemen, Chad y Sierra Leona. Estas visitas plantean la cuestión de si es realmente necesario visitar estas zonas de guerra para llamar la atención sobre la miseria del Tercer Mundo. Al fin y al cabo, estas celebridades se cobran numerosas fuerzas de seguridad y no sólo provocan elevados costes en el país como consecuencia de ello. Mucha gente considera que el efecto de sus visitas es muy pequeño. Como mucho, generarían donaciones y conferencias de donantes, pero no cambiarían nada del problema real.
Incluso en la guerra de Ucrania iniciada por Rusia en 2022, se supone que los crímenes de guerra y las atrocidades se olvidarán con el tiempo y quedará un país destruido, que habrá que reconstruir con mucha fuerza y dinero.